viernes, 17 de abril de 2009

Evolución sin fin.





Pero, ¿de qué servía seguir sumido en esta agonía?
Ahora empezaba a darse cuenta de lo mucho que estaba cambiando. De la evolución que estaba sufriendo en su interior y que no dudaba en exteriorizar y poner en práctica.
Ahora nunca más podría dar marcha atrás, no tendría sentido. Tan solo para recordar lo que un día fue. Tenía el presente en sus manos, y el progreso como meta. Su vida se empezaba a basar en el aprendizaje y el progreso: la evolución en el día a día.
Se convirtió en un ser hambriento, deseoso de todo lo existente. Sentía que nada podría pararle, que todo el tiempo perdido hasta ahora se recuperaría multiplicado por las veces que le diera la gana.
Si tuviera que responder a que le hizo cambiar, diría que fue el hecho de haber adquirido la gran suerte del amor propio, pues no muchos son capaces de poseerlo. Solo los grandes conscientes, y por tanto los grandes valientes, logran encontrarlo.
El amor propio se adueñó de su persona, y ello hizo que desarrollara la habilidad de deshacerse de lo indeseable, contaminante para su salud: gustos, pensamientos, hábitos.. además adquirió la capacidad de decir si y no cuando quería.
Pero lo verdaderamente bello de este nuevo amor, era que en él residía el motor para empezar a construir los cimientos de su nueva vida, que sería de ahora en adelante SU vida, la auténtica y verdadera, la suya. Tendría una vida propia. Tendría tanto amor propio que haría las cosas siguiendo sus deseos. Por fin era hora de dejarse de influenciar por los demás y empezar a tener ideas propias.

1 comentario:

  1. Marinawer ¿qué es esto? Me inquieta a la vez que me gusta... ¿lo escribiste tú? Si es así enhorabuena porque me gusta y no creo que nunca sea capaz de escribir algo así.

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